La delgadez en las pasarelas vuelve a levantar ampollas y ríos de tinta entre el mundo de la belleza y la salud.
Las grandes empresas del mundo de la moda y las modelos que son arrastradas por ellas han marcado una tendencia esquelética en la que ellas mismas han caído en su propia trampa, una trampa que parece no tener límites. Miles de adolescentes han seguido sus pasos cayendo así en el abismo de la anorexia.
La delgadez en las pasarelas vuelve a generar polémica. La sociedad se pregunta ¿es saludable la extrema delgadez que las modelos exhiben en las pasarelas de todo el mundo?; ¿los desfiles fomentan la anorexia? Estas son algunas de las preguntas que vuelven a estar en el ojo del huracán tras la polémica Pasarela Cibeles.
Este desfile ha levantado una polvareda de confrontaciones ideológicas cuestionando el papel del mundo de la moda con la salud.
La presidenta de la Asociación en Defensa de la Atención a la Anorexia Nerviosa y Bulimia, María del Carmen González, ha manifestado su repudio al famoso “canon de belleza” porque promueve un ideal estético que influye de manera muy negativa en las personas. Según la portavoz, la Pasarela Cibeles ha hecho oídos sordos a las recomendaciones en las que se pedía al mundo de la publicidad y de la moda que no se utilizaran la imagen de mujeres de peso inferior a unos “límites saludables”.
En los últimos años esta enfermedad se ha convertido en un problema alarmante para los jóvenes y no tan jóvenes. Ha incrementado el número de afectados por la anorexia y la bulimia entre los que se encuentran cada vez más niños y mayores de 65 años.
Esta lacra se ha cobrado la vida de cuatro jóvenes en apenas un mes en Brasil. La última víctima fue una joven modelo de 21 años, Ana Carolina Reston, que soñaba con ser reconocida y ser el prototipo de belleza femenina.
La anorexia es una enfermedad que tiene su punto fuerte en la primera adolescencia, en torno a los 12 años, aunque la población más afectada se encuentra entre los 14 y 18 años. Es más frecuente en las clases sociales media y media-alta, y en un 95 por ciento de los casos las mujeres jóvenes son más vulnerables.
Por su parte, los diseñadores insisten en que los desfiles no promueven la anorexia, pero todavía, a día de hoy, seguimos viendo maniquíes que usan una talla 34. Modelos que aseguran que si no están delgadas, no las contratan. Modelos que se ven obligadas a “no comer” en las fechas próximas a los desfiles.
El mundo superficial de la estética y la belleza están imponiendo la imagen anoréxica de la mujer como perfecta. La mujer sin curvas, excesivamente delgada, es reclamo publicitario para este entramado y oscuro mundo de la moda.
En una sociedad seria, las modelos no deben ser referencia de nada. El problema está en dónde hemos situado a las modelos, como modelos a emular, fantasías de quién querer ser, iconos de la belleza…; todo ello permitiendo palos raquíticos como modelos antes que una salud saludable. Una muerte con “belleza” antes que una vida.
Las grandes empresas del mundo de la moda y las modelos que son arrastradas por ellas han marcado una tendencia esquelética en la que ellas mismas han caído en su propia trampa, una trampa que parece no tener límites. Miles de adolescentes han seguido sus pasos cayendo así en el abismo de la anorexia.
La delgadez en las pasarelas vuelve a generar polémica. La sociedad se pregunta ¿es saludable la extrema delgadez que las modelos exhiben en las pasarelas de todo el mundo?; ¿los desfiles fomentan la anorexia? Estas son algunas de las preguntas que vuelven a estar en el ojo del huracán tras la polémica Pasarela Cibeles.
Este desfile ha levantado una polvareda de confrontaciones ideológicas cuestionando el papel del mundo de la moda con la salud.
La presidenta de la Asociación en Defensa de la Atención a la Anorexia Nerviosa y Bulimia, María del Carmen González, ha manifestado su repudio al famoso “canon de belleza” porque promueve un ideal estético que influye de manera muy negativa en las personas. Según la portavoz, la Pasarela Cibeles ha hecho oídos sordos a las recomendaciones en las que se pedía al mundo de la publicidad y de la moda que no se utilizaran la imagen de mujeres de peso inferior a unos “límites saludables”.
En los últimos años esta enfermedad se ha convertido en un problema alarmante para los jóvenes y no tan jóvenes. Ha incrementado el número de afectados por la anorexia y la bulimia entre los que se encuentran cada vez más niños y mayores de 65 años.
Esta lacra se ha cobrado la vida de cuatro jóvenes en apenas un mes en Brasil. La última víctima fue una joven modelo de 21 años, Ana Carolina Reston, que soñaba con ser reconocida y ser el prototipo de belleza femenina.
La anorexia es una enfermedad que tiene su punto fuerte en la primera adolescencia, en torno a los 12 años, aunque la población más afectada se encuentra entre los 14 y 18 años. Es más frecuente en las clases sociales media y media-alta, y en un 95 por ciento de los casos las mujeres jóvenes son más vulnerables.
Por su parte, los diseñadores insisten en que los desfiles no promueven la anorexia, pero todavía, a día de hoy, seguimos viendo maniquíes que usan una talla 34. Modelos que aseguran que si no están delgadas, no las contratan. Modelos que se ven obligadas a “no comer” en las fechas próximas a los desfiles.
El mundo superficial de la estética y la belleza están imponiendo la imagen anoréxica de la mujer como perfecta. La mujer sin curvas, excesivamente delgada, es reclamo publicitario para este entramado y oscuro mundo de la moda.
En una sociedad seria, las modelos no deben ser referencia de nada. El problema está en dónde hemos situado a las modelos, como modelos a emular, fantasías de quién querer ser, iconos de la belleza…; todo ello permitiendo palos raquíticos como modelos antes que una salud saludable. Una muerte con “belleza” antes que una vida.